La Ciencia de la Meditación

Quizás te resulte interesante saber que el estándar de oro en los estudios científicos sobre la meditación apoyan cada vez más la práctica de la meditación para nuestra salud y bienestar. Aquí hay un resumen de hallazgos importantes que han sido cuidadosamente seleccionados (solo 60 de 6,000 estudios publicados cumplieron con los más altos estándares de investigación científica) de las revistas científicas más respetadas. Éstos puntos clave que se encuentran debajo, fueron tomados de una conferencia dada por Daniel Goleman (Inteligencia Emocional) en el Instituto Garrison de NY en el 2017, en la cual resumió la investigación neurocientífica actual sobre la meditación. Daniel y Richard Davidson (neurocientífico) recientemente escribieron un libro, Rasgos Alterados, que indaga en la investigación sobre las diversas formas de meditación. 

La meditación, debido a la neuroplasticidad del cerebro, fortalece y al mismo tiempo incrementa la conectividad en nuestro tejido cerebral. La meditación es una forma de “ejercicio” muy beneficial para nuestra mente y nuestro cuerpo, y lo más importante, cuánto más lo haces, mejor te sientes mental, emocional y físicamente.

¿Qué han demostrado las investigaciones hasta ahora?

Investigación del Estrés

La meditación influencia nuestra amígdala (dónde se generan las reacciones lucha, huída o parálisis en el sistema límbico). Nos permite ser menos reactivos ante el estrés y el trauma, que son tan a menudo provocados por nuestros estilos de vida modernos y acelerados.

Resiliencia

Al sentirse estresados, los meditadores se recuperan más rápidamente de éstos sentimientos. La inundación de cortisol se reduce en la amígdala, y como resultado el estrés es menos intenso y pasa más rápido.

Inflamación

Cuando estamos estresados, se liberan sustancias químicas inflamatorias en el cuerpo, y esto es algo que contribuye a la formación de enfermedades crónicas como el cáncer, la diabetes, etc. Las pruebas hechas en meditadores de largo plazo muestran que los genes inflamatorios están apagados, lo que resulta en menos enfermedades crónicas.

Ecuanimidad

Cuando nuestra amígdala está menos reactiva, sentimos menos urgencia y experimentamos más ecuanimidad con respecto a las situaciones de la vida. Fortalecemos la capacidad de nuestro circuito prefrontal para inhibir nuestra reactividad inducida por la amígdala. En otras palabras, usamos nuestro “nuevo” cerebro para, de forma beneficiosa, modificar el sistema límbico, que es dónde “vive” la amígdala en nuestros cerebros.

Investigación Relacionada sobre el Cerebro

Ondas Gamma

Cuando practicamos meditación por un largo tiempo, las ondas gama del cerebro, que están conectadas con las experiencias de insight, compasión y creatividad, se ven realzadas. Experimentamos una presencia mental más espaciosa y abierta, y una sensación de estar listo para cualquier tipo de experiencias. Más específicamente, nuestra relación con el dolor y nuestra reactividad emocional ante el dolor se suavizan, volviéndose más manejables.

Corteza prefrontal

Estudios han demostrado que la parte del cerebro que piensa, planea, aprende y elige muestra señales significativas de estar menos distraída y, consecuentemente, también hay un incremento en atención focalizada y concentración.
Además, dado que nuestra corteza prefrontal posee un circuito que ayuda a regular a la amígdala, podemos incrementar, a través de la práctica de meditación, la duración del espacio entre impulso y acción.

Memoria

Las prácticas de meditación mindfulness mejoran, debido a su habilidad de fortalecer los circuitos cerebrales de la corteza prefrontal, nuestra habilidad para recordar y retener información. Además, un hallazgo importante con los meditadores de largo plazo, es una menor pérdida de atención y memoria como resultado del envejecimiento. La contracción cerebral como resultado del envejecimiento se ralentiza. Las cadenas finales de ADN, llamadas telómeros, son más largas en los meditadores, lo que demuestra que el parasimpático ayuda a las células a recuperarse más rápidamente del estrés.

Empatía

Las prácticas de meditación basadas en el amor altruista y la compasión mejoran tres tipos de empatía:

  • Cognitiva: ubicada en el neocórtex (cómo entendemos otras posturas, ideas, y cómo etiquetan y describen su mundo).
  • Emocional: ubicada en la parte social del circuito cerebral, es cómo sintonizamos y compartimos los sentimientos de otros.
  • Preocupación empática: activa circuitos cerebrales específicos que compartimos con todos los mamíferos, como por ejemplo el amor paternal. Es la forma en que cuidamos y en que estamos presentes de forma incondicional con otros. Cuando experimentamos preocupación empática, también nos sentimos más felices.

Parcialismo Inconsciente

Esto es cuando nuestros prejuicios inadvertidos u ocultos nos influencian de forma inconsciente. La investigación cognitiva ha demostrado que estos prejuicios (el pensar “nosotros” contra “ellos”) se reducen a través de la práctica de la compasión. Además, el circuito cerebral de un meditador de largo plazo, que está conectado con la forma de pensar en términos de “yo, mi, mio,” es menos intenso.

Eficiencia Cerebral

Cuánto más meditas, mejores son los resultados. Por ejemplo, las prácticas de meditación mindfulness, la atención y la concentración se vuelven cada vez mejores. Y, a medida que podemos prestar atención con más facilidad, el cerebro se vuelve más eficiente, un sistema bien afinado.
En conexión a esto, especialmente en el caso de los meditadores de largo plazo, está el hecho de que la parte del cerebro que genera esfuerzo tiende a estar más relajada. Sus cerebros realizan, sin esfuerzo, tareas complejas, sin forzar ni pensar de forma excesiva.
En otras palabras, tal cual Dan Goleman resumió su charla, “la meditación es muy buena para ti.”

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