Rinpoche llama a las sensaciones crudas, a las emociones y a las neurosis “monstruos bellos” para así reflejar su naturaleza compleja. En lugar de nuestras reacciones habituales de temor, resentimiento, rechazo o identificación con nuestros monstruos bellos, aprendemos a darles la mano, a permitir que sean. Dar la mano es una práctica que requiere agallas y bondad.
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